Ser felices, ¿nos da pereza?


Después de tanto indagar sobre el significado de Felicidad he llegado a la siguiente conclusión: felicidad es aprender a identificar lo que se quiere hacer, analizar los límites que existen alrededor, decidir hacerlo o no, sentirse tranquilo con la decisión tomada y responsabilizarse de las consecuencias que traiga, circunstanciales y emocionales*.

El autoconocimiento no es tan fácil como puede sonar, ni tan difícil como para no intentarlo; no es algo que se da por sí solo, requiere trabajo personal constante. La pregunta por uno mismo es tan escasa que la mayoría de los seres humanos nos acomodamos a patrones de vida preestablecidos, y hacemos las mismas vidas sin siquiera preguntarnos por qué, ni diferenciar si es realmente lo que queremos para nosotros o si actuamos de forma automática. Algunos ni siquiera saben si son felices; simplemente se han limitado a vivir la vida como supuestamente deben hacerlo, sin una sola pregunta, sin desarrollar la conciencia que supuestamente nos caracteriza. Me pregunto ¿en qué piensan durante el día? ¿Vivirán de pronto mejor que aquéllos a quienes se nos asoman las dudas?


Entiendo que se pueda vivir sin conocer los deseos más auténticos de uno mismo, sé que la religión y las creencias tradicionales arraigadas representan un importante obstáculo en ese proceso de autoconocimiento y liberación del ser. Lo que no entiendo es cómo se puede vivir así y tranquilo al mismo tiempo. Creo que no se puede, creo que si no logramos desarrollar nuestra propia conciencia, construir nuestros propios juicios y reconocer nuestros deseos más profundos, no vamos a ser felices.

Hasta ahora no he conocido ni un solo niño menor de 7 años que no sea capaz de responder cuál es su color preferido. ¿Qué nos pasa que después nos da lo mismo todo y dejamos que cualquiera decida por nosotros? Por otro lado, además de las creencias religiosas y las tradiciones, el sistema educativo tiene una gran responsabilidad en el bloqueo de la creatividad en tanto nos pone límites para ser, nos “enseña” qué pensar, no a pensar, y nos ubica a todos en la misma vía aunque para ello sea necesario recurrir incluso a medicamentos, para más tarde juzgarnos por usar alguna droga para “calmarnos” o soportar la vida. Sin embargo no todo está afuera, dentro de nosotros también existe la opción de pensar y salir de ese mundo en el que se le recomienda tratamiento psicológico a una niña por preferir bailar que sumar, por ejemplo. La última responsabilidad en nuestro desarrollo emocional y creativo la tiene cada uno de nosotros, aunque nos toque hacerlo solos y a una edad en la que ya parezca demasiado tarde.

¿Por qué no lo hacemos? ¿por qué no callamos al mundo, nos oímos y nos hacemos responsables de nosotros mismos? Porque nos da pereza. Estamos tan cómodos siguiendo los patrones que alguien más ha establecido para nosotros, que nos da pereza movernos. Si no somos felices es porque nos da pereza serlo, porque para ser felices tenemos que pensar, para ser felices tenemos que actuar distinto y no nos gusta desacomodarnos; la felicidad no nos va a llegar del cielo; como hemos dicho siempre, debemos construirla, y construir cuesta. Para ser felices tenemos que hacer más que pararnos de la cama y salir de la casa, tenemos que hacer cosas distintas e incómodas, y eso da tanta pereza que lo común es que prefiramos vivir, en autoengaño, una vida que no elegimos a conciencia.

Para nosotras, ser feliz es una decisión que se toma diariamente y en cada momento, no solamente una vez, se toma muchas veces. Como dice un amigo nuestro: no se trata sólo de vivir un día a la vez, sino también de vivir más de una vez al día. Pensar en que voy a ser feliz es importante pero no suficiente. No basta con despertarme hoy, de buen ánimo, y decir “hoy voy a ser feliz”; es necesario mantener ese pensamiento durante momentos en los que nos cueste, sólo así podremos entender su verdadero significado. Es en momentos difíciles cuando la decisión se torna importante. La construcción de felicidad implica renunciar a todas las cosas que a pesar de generarnos placer, no aportan a nuestro bienestar emocional a largo plazo, es ahí cuando nos ponemos a prueba y decidimos finalmente qué herramientas necesitamos para ser felices.

Alicia

* Considero importante aclarar algo al respecto de nuestra definición de felicidad: cuando nosotras hablamos de felicidad siempre lo hacemos en el contexto de una salud mental adecuada, no nos referimos en ningún momento a casos específicos de trastornos mentales cuya felicidad puede radicar, por ejemplo, en destruir el propio cuerpo o maltratar a otros. 

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Instagram