Esta
semana he estado triste y he aprovechado esta “visita” como una oportunidad para
evolucionar, por lo que quiero compartirles un poco sobre este reto.
He
comprendido que por más que nos esforcemos es imposible no sentir tristeza,
pero lo que sí se puede es que cuando aparezca esta emoción, no nos conectemos
ni aferremos a ella, y por ende, no le demos el poder de controlar nuestra
vida. La clave para lograrlo es hacerse responsable de sí mismo, y dejar de
analizar la situación que nos despertó la emoción para empezar a actuar en pro
de nuestro propio bienestar. Esta semana fue entonces la oportunidad perfecta
para poner en práctica varias herramientas que venía estudiando desde
hace algún tiempo, las cuales me han ayudado a experimentar por primera vez un
estado muy especial: momentos de profunda tristeza acompañados de una paz
excepcional.
Lo
primero que he hecho es reconocer la tristeza. Las decisiones traen consigo
beneficios pero también renuncias, y como somos egoístas, esas renuncias nos
generan tristeza. Entender esto me han permitido no pelear con la emoción.
Simplemente he aceptado que ahí está, que la estoy experimentando y que es normal que me acompañe por unos días.
Pese
a reconocerla, no me he conectado con ella. Entiendo que es una alarma
emocional que se ha despertado como reacción a una situación externa que no
puedo controlar, pero he elegido conscientemente no “ser” la emoción,
distanciarme de la misma. Las claves para lograrlo han sido la aceptación, el optimismo
y la gratitud. He trabajado en aceptar la realidad y no cuestionarla; en confiar en la vida, en mí y en ver el
presente como una oportunidad de transmutar miedos; en conectarme con el
presente y centrar mi energía en agradecer y disfrutar los miles de regalos que
el presente me ofrece y en no permitir que mi mente se centre en lo que me hace
falta. Cuando la loca que está a dentro de mi cabeza empieza a hacerse
películas o la víctima, he trabajado en detener inmediatamente el pensamiento
pesimista y no permitirle que evolucione.
La
tercera herramienta que me ha funcionado es dejar salir el sentimiento. Si
quiero llorar pues lloro, y no me siento mal, ni irracional por ello.
Simplemente me doy un tiempo limite para permitirle a ese sentimiento que
salga.
Por
último, la mejor herramienta ha sido tener la conciencia tranquila. Muchas
veces en la vida las cosas no van a
salir como queremos. Planear el futuro es importante, pero debemos ser
flexibles ante los cambios que se nos presentan. La mejor herramienta para
aceptar esos cambios con humildad y fortaleza es haber dado nuestro mayor
esfuerzo siempre. Tener claro que pese a que las cosas no salieron según
nuestros planes, se vivió siempre intentando ser nuestra mejor versión y dando
lo mejor que podíamos con la información que teníamos en pro del objetivo que
buscábamos alcanzar.
Sara
Hoy quiero agradecer el amor de las
personas que me acompañan en el viaje de la vida. Su amor me da la fuerza y la
valentía para trabajar por ser mejor, y vivir con pasión
y optimismo cada día. En mi opinión, recibir y dar amor es la experiencia
más gratificante que un ser humano puede experimentar en el trayecto.
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