Crisis silenciosas


De vez en cuando es bueno
ser consciente
de que hoy
de que ahora
estamos fabricando
las nostalgias
que descongelarán
algún futuro.
- Mario Benedetti



A veces pienso que las personas con crisis evidentes son más afortunadas si de emprender un cambio se trata. Por evidentes me refiero a cambios bruscos y repentinos que obligan a la persona a reinventar una situación o a sí misma sin estar preparada. Y afortunadas porque a pesar del dolor que esto causa, es ese mismo dolor el que les sirve de palanca para impulsarse hacia una ascensión en su nivel de conciencia.


Podemos esperar una vida entera antes de detectar lo que yo llamo una crisis silenciosa. Es ésa que nos permite acomodarnos a la vida que nos toca sin plantearnos de ninguna manera la necesidad de cambiar, pero sin plantearnos tampoco la pregunta sobre ser felices. Entonces pasamos fácilmente la vida sin saber si la vivimos siendo nosotros mismos o si nos hicimos los bobos y la dejamos ir.

Una crisis silenciosa nos engaña: si no tengo ningún problema y todo me funciona bien, ¿por qué tengo que cambiar? Y nos adaptamos a una vida que no nos pertenece pero que terminamos sintiendo como propia hasta que decidimos escuchar nuestra voz interior, ante la cual normalmente somos sordos, y entonces miramos hacia atrás para descubrir que llevamos una vida construyendo sólo nostalgias.

Es normal e inevitable sentir nostalgia por el pasado en algún momento de la vida, pero podemos evitar que esa nostalgia llegue sola y nos deprima. Podemos brindarle una compañía que será nuestra aliada cuando llegue la hora de recordar: satisfacción. La satisfacción de vivir la vida que quiero como quiero se convertirá más adelante en una herramienta indispensable para recordar sin que la nostalgia nos deprima; la satisfacción debe acompañar los recuerdos para salvarnos del dolor que nos puede llegar a producir la nostalgia.

Las crisis silenciosas se pueden detectar simplemente estando conscientes o haciéndonos preguntas sobre cómo vivimos el día hoy: si nos sentimos satisfechos en la noche antes de dormirnos, si tenemos asuntos pendientes que nos generan intranquilidad, si sentimos que algo nos falta, si nos sentimos incómodos con frecuencia, si tomamos decisiones por nuestra felicidad o simplemente dejamos que la vida nos vaya llevando (el engañoso y cómodo destino); y preguntándonos algo diariamente: si el día de hoy fuera un resumen de lo que quiero que sea mi vida, ¿qué debo hacer? ¿qué debe incluir? ¿cómo debo trabajar para que lo sea? ¿qué renuncias debo hacer? y ¿qué decisiones debo tomar?

De vez en cuando es bueno ser conscientes de todo, para que lo que fabriquemos, más que nostalgias, sea una vida que nos haga sentir satisfechos siempre. 

Alicia


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